VI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO - SI QUIERES PUEDES LIMPIARME


La Hoja de mi Parroquia - 346
Parroquia Ntra. Sra. de los Ángeles

El Evangelio (Mc 1,40-45):

En aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso suplicándole, y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio».
Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio»

 Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a Él de todas partes.



Si quieres, puedes limpiarme

Los leprosos, en la época de Jesús, lo pasaban mal. Era una enfermedad que llevaba consigo la “exclusión social”.

El leproso no podía tener vida social. Tenía que vivir solo, fuera de la ciudad, porque la lepra se contagiaba y porque también era considerado como castigo de un pecado en medio del pueblo de Israel, considerado el pueblo puro. El enfermo de lepra, que el evangelio nos refiere, tiene la osadía de acercarse a Jesús, rompiendo con todas las normas establecidas. Es el modelo de cualquier persona humana necesitada de salvación, necesitada de Dios. Y, a la vez, un modelo de creyente confiado.

Sorprende el atrevimiento de este hombre, quizá una mezcla de desesperación y de fe. Quebrantando todas las normas, sale a su paso, se acercó a Jesús y le dijo: “Si quieres puedes limpiarme”.


Es una plegaria humilde, confiada, de una gran belleza interior, pronunciada por una persona exteriormente afectada por la lepra, Sabe que Jesús lo puede curar ¿Querré curarlo?

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