XXIII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO - DONDE DOS O TRES ESTÁN REUNIDOS EN MI NOMBRE, ALLÍ ESTOY YO EN MEDIO DE ELLOS.

La Hoja de mi Parroquia - 322

El Evangelio (Mt 18,15-20)

En aquel tiempo, Jesús dijo a los discípulos: «Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano.

Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

»Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
  

Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

No hace falta que haya una gran masas de gente. Ni es necesario que esté la jerarquía. Lo importante es que estemos reunidos en su nombre. Es decir, que no estemos dispersos, ni enfrentdos. Que Jesús sea el centro del grupo que se reúne; que el grupo se identifique con el Reino de Dios y se sienta atraído por la persona de Jesús y por su proyecto de hacer un mundo más humano.

Este es el sentido que tiene la misa de cada domingo. Veinmos a misa a “encontrarnos con Jesús”. Y, por tanto, a reavivar la conciencia de que somos Comunidad de Jesús.

¿Y para qué se reúne la comunidad de Jesús?
Para escuchar su Evangelio y llevarlo a la vida.
Para contagiarnos de su Espíritu.
Para acoger su ayuda y su paz.
Para anunciar su Buena Noticia.

El futuro de la fe cristiana dependerá, en buena parte, de lo que hagamos los cristianos en las próximas décadas.


En esta sociedad nuestra, que tanto está cambiando en el mundo infantil y juvenil, no podemos quedarnos indiferentes en nuestra comunidad parroquial. Si nos reunimos en nombre del Señor, no podemos quedar pasivos ante esta realidad.

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