XVI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO - EL TRIGO Y LA CIZAÑA
La hoja de mi Parroquia - 315
Ntra. Sra. de los Ángeles
El Evangelio (Mt 13,24-43):
En aquel tiempo, Jesús
propuso a las gentes otra parábola, diciendo: «El Reino de los Cielos es
semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su
gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue.
Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña.
»Los siervos del amo se acercaron a decirle: ‘Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu
campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?’. Él les contestó: ‘Algún enemigo ha
hecho esto’. Dícenle los siervos: ‘¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?’.
Díceles: ‘No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo.
Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a
los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y
el trigo recogedlo en mi granero’».
Otra parábola les propuso: «El Reino de los Cielos es
semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es
ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que
las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo
vienen y anidan en sus ramas».
Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante
a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta
que fermentó todo».
Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les
hablaba sin parábolas, para que se cumpliese el oráculo del profeta: «Abriré en
parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo».
Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le
acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del
campo». Él respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;
el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son
los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el
fin del mundo, y los segadores son los ángeles. De la misma manera, pues, que
se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El
Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los
escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de
fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos
brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».
Tres parábolas para este domingo
1º El trigo y la cizaña
Es sorprendente, En el campo ha nacido la buena semilla que
sembró el labrador, pero también ha nacido lo que no sembró: la cizaña. Es una
planta que perjudica seriamente el crecimiento de las espigas de trigo. ¿Qué
podemos hacer?= Los discípulos creen que
la única solución es introducirse en el sembrado y arrancar las matas de cizaña.
Pero Jesús no piensa así en la parábola. Nos dice que “las dejemos crecer
juntas”. Al final, se separarán los granos y no se mezclarán.
Aplicando la parábola a nuestra vida, los cristianos caemos
una y otra vez en la viaje tentación de pretender “separar el trigo y la
cizaña, creyéndonos “trigo limpio” cada uno.
Sorprendente la dureza con que ciertas personas que se dicen
“creyentes” se atreven a condenar a quienes, por razones muy diversas, se han
ido alejando de la fe y de la Iglesia. Sin embargo, creencia e increencia, lo
mismo que el trigo y la cizaña de la parábola, están muy entremezclados dentro
de nosotros mismos. Haríamos bien si descubrimos al “increyente” que hay en
cada uno de nosotros y reconocer al “creyente” que late todavía en el fondo de
bastantes alejados.
Pero, además, el no-creyente me enseña a ser más coherente
con mi fe y a observar que el Dios que rechazan es un Dios ridículo y falso que
no existe, pero que a veces lo pueden deducir de la vida de los que nos
llamamos “creyentes”.
2º El grano de mostaza que se siembra
Tendemos todos a buscar a Dios en lo espectacular, e lo
grandioso, pero no en lo pequeño e insignificante. Por eso les resultaba difícil
a los galileos creer en Jesús cuando les decía que estaba actuando en el mundo.
Esta parábola les sorprendió grandemente. Es la semilla más
pequeña de todas – como la cabeza de un alfiler- pero con el tiempo se
convierte en un hermoso arbusto. Así es el Reino de Dios. Para Jesús, no es el “cedro”,
que hace pensar en algo grandioso y poderoso, sino la “mostaza”, que sugiere lo
pequeño e insignificante. Para seguir a Jesús no hay que pensar en cosas
grandes. Es un error que sus seguidores busquen una Iglesia poderosa y fuerte
que se imponga sobre los demás.
3ª La levadura y su fuerza transformadora.
Con el Reino de Dios sucede lo que con la levadura que una
mujer “esconde” en la masa de harina para que “todo” quede fermentado. Así
actúa Dios. NO viene a imponer desde fuera su poder, como hacen los poderosos
del mundo. Viene a transformar la vida desde dentr, de manera callada y oculta.
Así es Dios: no se impone, sino que transforma; no domina, sino que atrae. Y
así han de actuar quienes colaboran en su proyecto. Los cristianos debemos ser “levadura”
en el mundo.
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