VII DOMINGO DE PASCUA - ASCENSIÓN DEL SEÑOR AL CIELO

La Hoja de mi Parroquia - Ascensión del Señor al Cielo

Evangelio (Mt 28,16-20):
En aquel tiempo, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».


"La Ascensión" - Benjamin West 1801


NO CERREMOS EL HORIZONTE
Atraídos por el bienestar y por las pequeñas aspiraciones y esperanza, corremos el riesgo de empobrecer el horizonte de nuestra existencia, perdiendo el anhelo de eternidad.

En esta etapa histórica concreta que vivimos, es fácil comprobar con claridad dos hechos:
Por una parte, está creciendo en la sociedad humana el deseo de un mundo mejor. No nos contentamos con cualquier cosa: necesitamos progresar hacia un mundo más digno, más humano y dichoso, más solidario y fraterno.

Por otra parte, está creciendo el desencanto, la incertidumbre ante el futuro, la rebeldía ante tanta injusticia. Ay tanto sufrimiento absurdo en la vida de las personas y de los pueblos, tantos conflictos envenenados, tantos abusos contra el planeta, que no es fácil mantener la fe en el ser humano.

Sin embargo, el desarrollo de la ciencia y de la tecnología están logrando resolver muchos males y sufrimientos, que, en el futuro serán todavía más espectaculares. Pero también constatamos que este desarrollo sólo no se puede salvar de algunos males, y de manera limitada. El ser humano necesita una salvación total, definitiva. No nos ha de sorprender que muchos comiencen a sentir la necesidad de algo que no es ni técnica ni ciencia ni doctrina ideológica. El ser humano se resiste a vivir encerrado en esta condición caduca y mortal.



EL CIELO NO SE PUEDE DESCRIBIR, PERO LO PODEMOS PREGUSTAR
El Cielo no lo podemos alcanzar con nuestra mente, pero es imposible no desearlo. Si hablamos del cielo no es para satisfacer nuestra curiosidad, sino para reavivar nuestra alegría y nuestra atracción por Dios. Si lo recordamos es para no olvidar el anhelo último que llevamos en el corazón.

Ir al Cielo no es ir a un lugar, sino entrar para siempre en el Misterio del amor de Dios. Por fin, Dios no será algo oculto e inaccesible. Dios ha venido en busca del hombre para vivir con Él.

Sin embargo, no pocos cristianos viven hoy mirando exclusivamente a la tierra. Al parecer no nos atrevemos a levantar la mirada más allá de lo inmediato de cada día, de lo material, de lo que veo y puedo palpar con mis sentidos.

En esta fiesta cristiana de la Ascensión del Señor nos podemos preguntar, usando las mismas palabras de aquel gran científico y místico Thilar de Chardin: “Cristianos, a sólo veinte siglos de la Ascensión, ¿qué habéis hecho de la esperanza cristiana?".


En medio de los interrogantes e incertidumbres, los seguidores de Jesús seguimos caminando por la vida, convencidos de que cuando la vida se cierra o extingue, Dios permanece. EL misterio último de la realidad es un misterio de Bondad y de Amor. Dios es puerta abierta a la vida.

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