5º DOMINGO DE PASCUA - YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA

La hoja de mi Parroquia  - 307
Parroquia Ntra. Sra. de los Ángeles Domingo 5º de Pascua.

El Evangelio (Jn 14,1-12):
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino».

Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto».

Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre».



CAMINOS HACIA DIOS

Al final de la Última Cena, los discípulos empiezan a intuir que Jesús ya no estará mucho tiempo con ellos. La salida precipitada de Judas, el anuncio de que Pedro lo negará muy pronto, las palabras de Jesús hablando de su próxima partida, han dejado a todos desconcertados y abatidos. ¿Qué va a ser de ellos?
Jesús capta su tristeza. Su corazón se conmueve. Olvidándose de sí mismo y de los que le espera, Jesús trata de animarlos: “Que no se turbe vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mi”.
Más tarde, en el curso de la conversación, Jesús les hace esta confesión: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mi”. No lo han de olvidar nunca.

“YO SOY EL CAMINO”
El problema de no pocos no es que viven extraviados o desencaminados. Sencillamente, viven sin camino, perdidos en una especie de laberinto: andando y desandando los mil caminos que, desde fuera, les van indicando las consignas y modas del momento.
Y ¿Qué  puede hacer un hombre o una mujer cuando se encuentra sin camino? ¿A quién se puede dirigir? ¿A dónde puede acudir? Si se acerca a Jesús, lo que encontrará no es una religión,  sino un camino. A veces, avanzará con fe; otras veces, encontrará dificultades; incluso podrá retroceder, pero está en el camino acertado, que conduce al Padre. Esta es la promesa de Jesús.



“YO SOY LA VERDAD”.
Estas palabras encierran una invitación escandalosa a los oídos modernos. No todo se reduce a la razón. La teoría científica no contiene toda la verdad. El misterio último de la realidad no se deja atrapar por los análisis más sofisticados. El ser humano ha de vivir ante el misterio último de la realidad.
Jesús se presenta como camino que conduce y acerca a ese Misterio último. Dios no se impone, No fuerza a nadie con pruebas ni evidencias. El Misterio último es silencio y atracción respetuosa. Jesús esa el camino que nos puede abrir a su Bondad.

“YO SOY LA VIDA”.
Jesús puede ir transformando nuestra vida. No como el maestro lejano, que ha dejado un legado de sabiduría a la humanidad, sino como alguien vivo que, desde el mismo fondo de nuestro ser, nos infunde un germen de vida nueva. Esta acción de Jesús en nosotros se produce casi siempre de una forma discreta y callada. El mismo creyente sólo intuye una presencia imperceptible. A veces, nos invade la certeza, la alegría, la confianza total: Dios existe, nos ama, todo es posible, incluso la vida eterna.

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