«Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir»




Carta de Nuestro Obispo.

De nuevo el Día Nacional de Caridad llega de la mano de la Solemnidad «El Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo». Y, esta vez, con una consigna sugerente: «Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir». Consigna que nos permite a los cristianos enlazar con toda persona de buena voluntad que comprenda la coyuntura histórica por la que estamos atravesando y se quiera sumar a este estilo y modo de vivir que nace de los sentimientos de solidaridad más espontáneos e inmediatos.

Sin embargo, ocurre que, para la mayoría de la sociedad, que no está mordida por el paro y la exclusión social, estas no dejan de ser bellas palabras que escasamente cambian conductas y hábitos de vida, costumbres que están muy lejos de la solidaridad y que ignoran a los empobrecidos. Ciertamente no podemos menospreciar los sentimientos humanos que invitan a la compasión, pero, a la vez, en nuestra propia carne, experimentamos que, sin la fe que nos lleva a comer el Cuerpo entregado de Jesucristo y a dejarnos transformar por Él, no nos lanzamos a vivir con más sencillez, no nos dejamos mover de nuestras posiciones para que otros, ¡sencillamente!, puedan vivir.

El Corpus no debe ser una ocasión puntual para hacer “caridad”, sino el Día en el que la Iglesia, como comunidad y personalmente, percibe todo lo que Dios le ama; nos damos cuenta de que el Amor de Dios nos empuja a entregar la vida. Es el día en el que la Iglesia celebra su mejor tesoro y su mayor energía. La Eucaristía, la presencia real de Jesucristo, su Cuerpo entregado y su Sangre derramada nos hace ser hombres nuevos, varones y mujeres que entienden el sacrificio de Cristo y saben que, siguiendo al Maestro, debemos hacer nuestras vidas también expresión de este tan sagrado Sacrificio.

Vidas sacrificadas por los demás. No sé si podemos dar mucho o poco para los pobres, de lo que estoy seguro es: que quien participa en la Eucaristía acrecienta y multiplica su capacidad de solidaridad, corta con el aburrido satisfacer necesidades creadas e inútiles y convierte en multiplicación de panes y peces sus recursos, por escasos que estos sean. «Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir».

Están surgiendo múltiples iniciativas para la recogida de alimentos y otras campañas de solidaridad. Todo realmente fantástico y digno de admiración en un mundo tan egoísta e individualista, pero debemos reconocer con honestidad que eso no nos cambia los hábitos de vida que humillan, por otro lado, al que tratamos de ayudar con nuestra aportación. 

Invito a todos a volver a comulgar, a identificarnos con el Cuerpo entregado que es Jesucristo presente en la Eucaristía y, consecuentemente, a dar no ya parte de nuestros bienes sino a darnos a nosotros mismos. Que toda la “operación kilo” que se haga, lleve consigo el crecimiento del número de voluntarios que acercan los alimentos a las casas de los pobres.

Si, como dice el Papa, «el estar sin trabajo mucho tiempo, o la dependencia prolongada de la asistencia pública o privada, mina la libertad y la creatividad de la persona y sus relaciones familiares y sociales, con graves daños en el plano psicológico y espiritual», tenemos que saber, que todo el que pone en fila a los pobres para atenderlos de ese modo, los está marcando socialmente e hiriendo en su dignidad personal y social. Caritas necesita más voluntarios con corazón cristiano bien formado, que recursos económicos. 

Vuestro obispo,

D. Antonio A. Algora Hernando.

Comentarios